Si,
hoy me
invitaron a la
casa de los arcos dorados, la
anécdota es antes,
caminando por Grecia por la
vereda contraria al jumbo, vi
como en
el paradero del transantiago, a
un niño le robaban la
mochila y
lloraba, porque en
su inocencia no
supo defenderse del agresor,
así el asaltante volvió con
mochila al paradero,
mientras la
gente miraba sin
el menor interés,
los amarillos tampoco hicieron amague de acción alguna,
de las 50 y
tantas personas presentes todas miraron. Yo seguí mi camino aunque por un segundo lo pensé.
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